En el riquísimo universo de la música tradicional gallega con remitente femenino, la acordeonista Sabela Caamaño y la violinista Antía Ameixeiras, aportan, aun desde su todavía insultante juventud, un ingrediente de magia, misterio, sabiduría precoz y una capacidad insólita para profundizar en las enseñanzas de los ancestros, incluso de aquellos más allá de los territorios de Breogán. Porque su galleguidad es profunda y manifiesta, pero en esta obra anidan también ecos e influencias de Europa del este, desde los Balcanes a la música klezmer judía. Y porque se comportan como artistas con capacidad para la sorpresa y el enigma, casi como auténticas feiticeiras capaces de convocar a las fuerzas telúricas a su alrededor.

 

La alianza entre ambas se remonta a 2018, pero ya a la altura de Aire! (2021), su estreno fonográfico, habían pasado del aire de romería y ligereza popular que puede imaginarse de entrada con la intersección de violín y acordeón a un espíritu más enigmático, oscuro e inquietante. Y es esa evolución hacia la nocturnidad y el hechizo, hacia el enigma que se vuelve perturbador de tan indescifrable, la que acaba de cuajar y volverse fascinante con esta vuelta de tuerca titulada Quitar o aire, que asomó por plataformas durante el último cuarto de 2023 y pedía a gritos esta edición física que refrenda su carácter sustancial y minucioso. El propio de dos chavalas que no se conforman con sus indagaciones en tradiciones, comarcas y cancioneros, sino que incluyen, por ejemplo, el “asesoramiento antropológico” entre las atribuciones de su más estrecho círculo de confianza.

 

El tono popular y galante pervive en la Xota de vente conmigo, curiosamente una de las escasas composiciones propias, pero Quitar o aire ahonda en su carácter de trascendencia con múltiples referencias a la noche de la tierra y del alma, a la oscuridad, al conflicto vital y eterno entre el amor y la muerte. Nada mejor, en ese sentido, que partir de A pequena morte, que apela a la expresión francesa para reflejar el abismo del orgasmo. Y nada tan hermoso, hipnótico y ritual como la frenética agitación de pandeiretas y demás percusiones en el capítulo final, Santa Mariña, una invitación definitiva al trance y la aventura.

 

Porque ese es el gran mérito de Antía y Sabela, trascender su condición de instrumentistas y ejecutantes para erigirse en sacerdotisas con el don del ritual. Danzas y alalás. La noche de los tiempos y la infinitud del futuro. Ni siquiera precisan para ello de un gran arsenal de sonidos, instrumentos y colaboradores, aunque todo el álbum, ya sea desde la pesarora y lindísima Ai de min o incluso desde la fúnebre Mortalla de morte, mortalla de amor, nunca da sensación de desnudez. ¿Cómo lo consiguen, a priori con tan exigua artillería sonora? Ya lo avisamos: en su condición de magas, parecen manejar resortes que se le escaparían al común de los mortales. Normal que se multiplique la curiosidad y el interés por ellas más allá de los Pirineos, con visitas ya por media Europa. Sabela y Antía, la amiga Caamaño y su socia Ameixeiras, son fascinantes, puede que como no conociéramos en Galicia desde los albores de Mercedes Peón. Quedan ustedes avisados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *