Es curiosa esa tendencia a concederle una importancia muy relativa a Chris Rea, a minusvalorarlo como un mero cantante melódico de eso que desdeñosamente se dio en llamar Middle of the road: música para llevar de fondo en el coche sin que nadie en un heterogéneo pasaje se sienta incómodo con la seda sonora ni las orquestaciones de hueca liviandad. Es una visión muy injusta a poco que reparemos en los cerca de 30 álbumes que acreditan al de Yorkshire a lo largo de más de cuatro décadas, entre ellos aquel Blue guitars de 2005 que incluía la nada despreciable cifra de 11 volúmenes. Rea adquirirá en marzo la condición de septuagenario y hace bien en reivindicarse en lo que parece la primera de una serie de antologías cronológicas de su carrera. Estos tres cedés (tres horas y media de música, 51 cortes: aquí hay trabajo para nuestra memoria auditiva) representan un repaso alternativo a su etapa iniciática, seis álbumes muy interesantes y, en general, bastante poco divulgados que fue entregando entre 1978 y 1984 con periodicidad prácticamente anual.

En realidad, el grueso del público español no descubrió a Chris hasta el tema central de On the beach, en 1986, y le adjudicó un perfil de Mark Knopfler más liviano y vespertino. Pero aquel era su octavo elepé ya, nada menos, y antes Christopher Anton Rea había intentado hacerse hueco en nuestros corazoncitos, según descubrimos aquí, con dos tiernas y esforzadas adaptaciones al castellano de su único gran éxito iniciático, Fool if you think it’s over (convertida en Voy a volverme loco) y Ya no te veo nunca más, trasunto de Since I don’t see you anymore. En realidad, el primero de los tres cedés, curiosidades lingüísticas al margen, es excelente. Hay caras B muy vigorosas, como Let me be the one o la fantástica Midnight love, que nunca llegaron a los elepés, o Three angels, olvidada hacia el final del primer álbum, el delicioso Whatever happened to Benny Santini.

Repasar la historia a través de los sencillos es un pasatiempo para completistas, de modo que en los discos 2 y 3 se cuelan algunos excesos propios de los años de los maxisingles, los remixes y demás diabluras a 45 revoluciones. Pero el CD 2 recoge en su integridad el disco limitado de 2019 One fine day, nueve canciones concebidas como álbum en 1981 pero nunca publicado como tal, y rescatado en una edición para coleccionistas de apenas un millar de ejemplares. Dos de los cortes de ese disco fantasma son fantásticos, el springsteeniano (o casi) Let me be the one y el muy rítmico e irresistible One night with you, con ropaje de metales.

Hay traspiés, cierto. Sierra Sierra es abiertamente hortera, sin paliativos, y Urban samurai parece una banda sonora para telefilme antes de la clase diaria de Eva Nasarre. Tampoco necesitábamos tres versiones distintas de Touche d’amour, bien es verdad. Pero Smile, ¡otra cara B!, anticipa con nitidez el encanto elegantísimo de On the beach. Y hay mucho petróleo que extraer aquí y allá, sin duda. Un tipo con clase, no perdamos ese detalle de vista.