El EP es un formato híbrido, extraño, fragmentario, incompleto. Un quiero y no puedo en el universo de los elepés. Un borrador de intenciones que no llega nunca a pasarse a limpio. Todo eso, como punto de partida, llama a la prudencia con este álbum concebido como la suma de cinco de esos epés sucesivos. Pero, con Dirty Projectors de por medio, cambia la perspectiva de casi todo. Y lo que podría suscitar recelo entre los aprioristas (¿una colección de ideas inconexas? ¿fragmentos de sesiones sobrantes?) se convierte, muy al contrario, en una nueva dimensión para la trayectoria de una banda adorable hasta ahora. Anticipo tranquilizador: lo siguen siendo. Tanto o más.

 

Los cinco miniálbumes (cuatro cortes cada uno) fueron suministrándose a cuentagotas a lo largo de 2020 para redondear 5EPs (20 canciones, en consecuencia) a modo de compendio final. Y no, no es un batiburrillo, sino casi un juego de matrioskas, de muñequitas rusas que van encajando las unas dentro de las otras. El LP sirve como poliedro, el sumatorio de cinco caras que aportan distintas perspectivas al trabajo del fascinante sexteto neoyorquino. Siempre travieso, estimulante, diferente a todo lo que solemos escuchar. Y ahora más apartado aún de cualquier movimiento, escuela o tendencia, puesto que las cinco partes huyen de las semejanzas entre sí. Pero todas ellas, a su vez, se complementan y agigantan por contacto. O, en términos químicos, por simpatía.

 

Cada EP presenta su propio cantante principal y, sobre todo, un estilo característico y alejado de todos los demás. El primero, Windows open, se asienta en los sonidos acústicos y folkies, con influencias británicas o canadienses, desde Heron a The Roches. Flight tower arrima la arquitectura sonora al neo soul, con enseñanzas no muy alejadas de las que viene diseminando James Blake. Super Joao se deja mecer por las influencias de la bossa nova, claro (el título es un guiño a Joao Gilberto), y la cuarta entrega, Earth crisis, es sencillamente fabulosa: experimental, camerística, inagotable en su belleza. Por fin, los cuatro temas de Ring road hacen las veces de confluencia, de mínimo común denominador. My possession sirve como tarjeta de presentación, lo más parecido a un sencillo que encontraremos entre estos 20 títulos. Y estación de llegada para toda la aventura, a fe que pasmosa.

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