A la altura de 1973 (el mismo año de Tubular bellsThe dark side of the moon), los Genesis primigenios, aquellos que encabezaba un Peter Gabriel de teatralidad indomable y genio infinito, conmovían a las huestes del rock sinfónico. Selling England by the pound no era solo un disco, sino una piedra filosofal. Si algún oyente impúber siente curiosidad hacia todo aquel movimiento deslumbrante, hagámosle descubrir y disfrutar de estos 55 minutos excitantes, fabulosos, agotadores. Bien pueden hacer las veces de lección magistral para entender todo aquello que hoy parece complejo y enrevesado, pero que entonces, no nos olvidemos, llenaba grandes pabellones.

 

Emociona recordar los primeros contactos con esta ópera magna, por más que el canon suela atribuir la condición de máximo referente al disco posterior, el doble y también fabuloso The lamb lies down on Broadway. Cómo no sentir fascinación ante este mundo de laberintos sonoros, esas piezas que iban acumulando partes, quiebros y sobresaltos; la sensación de epopeya impredecible, el gusto por alternar planeos para el sosiego engañoso y latigazos que estallaban sin control aparente. Esas canciones que no eran nada equiparable a lo que conocíamos por tal, sino algo parecido a pequeñas suites, y siempre de estructura no predefinida.

 

Peter Gabriel encarnaba la pompa y el maquillaje, la voz timbrada y estrafalaria, el chispazo incontrolable. Pero este era el disco para la graduación definitiva de Phil Collins como lugarteniente. Ningún chiste: aquel batería despuntaba como cantante por vez primera (en la exquisita More fool me) mientras Gabriel casi bordeaba el glam en un sencillo enorme, I know what I like (In your wardrobe), por mucho que nadie imaginara entonces al quinteto manejándose en el escueto formato de los cuatro minutos.

 

El álbum, quinto del lote (incluyendo también el debut, aquel From Genesis to revelation del que sus firmantes siempre renegaron) encerraba épica, ambientaciones literarias, historias con ecos de Tolkien y, sobre todo, la excentricidad propia de unos veinteañeros en estado de gracia, unos chavales de miradas sin cortapisas. Es imposible comprender la historia del rock sinfónico sin monumentos como The cinema show o Dancing with the moonlit knight, esos ocho minutos iniciales en los que no dejan de suceder cosas y multiplicarse los sobresaltos: Gabriel abre a capela una pieza que bordea el rock duro en su núcleo y el ambient en la coda. Firth of fifth aún supera la extensión (diez minutos) y la exigencia, con su introducción a la manera de una pieza de piano romántico. Y si queríamos más épica y ringorrango, la cara B marcaba el paso, al principio marcial, con The battle of Epping forest (¡12 minutos!). Selling England… era así: un elepé inagotable. Y extenuante, en su mejor acepción.

7 Replies to “Genesis: “Selling England by the pound” (1973)”

  1. Una obra excelsa, con pasajes instrumentales verdaderamente deliciosos, con un Banks imperial y un Hackett encontrando el estilo agudo y armonioso que estallaría en el posterior The Lamb. Impensable que hoy día se pudieran hacer cosas así. Por cierto, la crisis del petróleo bien presente en su temática. Un saludo.

  2. … este disco?
    Palabras mayores!
    desde el principio al final.
    Desde “Can you tell me where my country lies?” de la primera canción (la que baila con el caballero iluminado por la luna: “Dancing With The Moonlit Knight”)… independientemente de lo que quiera decir “unifaun”, que es quien hace la pregunta.
    “Can you tell me what unifaun means?” les cantaría yo a GENESIS.

    Puede que Inglaterra “se venda al peso”, como parece insinuar el título del disco, pero el álbum, no… y las canciones, menos: ¡Valen más de lo que pesan!

    Tal vez porque vienen “lastradas” por el peso de la voz de Peter, Peter Gabriel , a quien parece prestarle su voz el arcángel del mismo nombre, ¿verdad?

    (NOTA: quiero creer que un arcángel canta mejor que los mismísimos “ángeles”)

  3. Qué bueno encontrar estas joyas por acá, junto con lo nuevo de cada día. Excelente idea los fines de semana darle a clásicos.

  4. Este disco es tan bueno y nos marcó tanto, que hasta llegué a perdonarles haber copiado el estribillo del “Rain In My Heart” del gran Sinatra en “I Know What I Like”…

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