De chavalitos nos fascinaba la mera existencia de un disco como In-a-gadda... En primer lugar, naturalmente, por ese título estrafalario e incomprensible, como de chiste sobre gangosos; no era fácil colegir que se trataba de una deformación de “In the garden of Eden”, solo que pronunciado a horas y en circunstancias poco saludables. Y luego estaba el hecho de que el tema titular se prolongara durante 17 minutos y ocupase una cara entera, heroicidad que muchos creían reservada a los  ídolos de la cosa progresiva, tan dados a sus sinfonietas delirantes. Pues no: estos californianos de San Diego también sabían manejarse con aquellos minutajes desorbitados.

 

No, no tenían demasiado que ver estos chicos con las divinas hordas sinfónicas. In-a-gadda-da-vida, el tema en cuestión, era otra cosa; en realidad, una afilada canción que se alargaba ad libitum en una especie de rivalidad entre los músicos para determinar quién aguantaba más vueltas sin que le crujieran los huesos. Sentimos recordar a los desmemoriados que incluso se cuelan 150 segundos de solo de batería. Hoy sería inimaginable que aconteciera algo así, pero merecería la pena reventarle la cabeza de vez en cuando al algoritmo.

 

De esta Mariposa de Hierro, en realidad, recelábamos un poco: nos reencontrábamos cada mes con este disco en las páginas del Boletín Informativo Discoplay (BID), que era el Amazon de la época postal, pero aparecía referenciado junto a la cosa metalera de Led Zeppelin, Black Sabbath, Uriah Heep o Vanilla Fudge. Al final, cuando este disco entró por derecho en nuestras vidas, el BID era ya un recuerdo de señores mayores y el proyecto del vocalista y organista Doug Ingle, un grupazo que no llegó tan lejos como debiera. Y en el que los ácidos de la Costa Oeste acababan pesando más que el heavy metal.

 

A la cara A, la de las canciones más o menos convencionales, se le prestaba menos atención, pero Most anything you want, con su órgano a lo The Doors y esos coros desmesurados, molaba todo. O Termination, que no sabías si vincular con Canterbury o Syd Barrett. La lisergia, señores: un quebranto sanitario, una bendición para los oídos.

2 Replies to “Iron Butterfly: “In-a-gadda-da-vida” (1968)”

  1. El disco que poníamos los DJ’s de la radio para hacer un “break” y dedicarlo a otros menesteres reparadores.
    Hoy también seria inimaginable poner un tema así entero por la F.M. aunque existe una versión single de algo más de 3 minutos.
    ¡ Que recuerdos el Boletín Discoplay! La mitad de mis clásicos los compré por correo a precios más que razonables.

    1. El mitiquísimo Boletín Informativo Discoplay (BID), ya lo creo. Parte sustancial para esa intrahistoria cotidiana de este país. Siempre merece la pena recordar y reconocer este tipo de cosas.

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