De esta Katarina Pejak puede que lo desconociéramos casi todo, así que este es uno de esos discos que no habíamos visto venir. Y la sorpresa acaba resultando mayúscula. Quizá no lo tenga sencillo, en estricta lógica de mercado, una muchacha joven y sin padrinazgos que proviene de Serbia, se graduó en Breklee, reside y graba en Poitiers (Francia) y ha recalado en un sello discográfico alemán, Ruf Records, que hasta ahora solo publicaba blues. Pero cualquiera que se adentre en este cálido universo de pop pianístico y aromatizado con cálido jazz de club nocturno acabará anotándose el nombre de Katarina para siempre.

 

Pearls on a string, la pieza que da título al cuarto álbum de Pejak (su antecesor, Roads that cross, se nos pasó completamente por alto en 2019, y no digamos ya los dos trabajos para una disquera serbia a principios de la década), alterna la línea de bajo de Walk on the wild side con una melodía de razonable parecido a She came in through the bathroom window. ¿Una alianza entre Lou Reed y Paul McCartney con la participación añadida de la guitarrista californiana Laura Chávez? Suena prometedor, pero resulta engañoso: a partir del segundo corte, Jeremy’s boat, todo se vuelve más pianístico, la atmósfera se empapa con densas volutas de humo y Katarina adopta un timbre vocal más sinuoso, granulado y noctívago. Y así sucede que la noche, desde el primer momento, se promete larga.

 

Nuestra artista de Belgrado ha escuchado sin la menor duda a aquel Tom Waits joven, pero ya turbulento, de Closing time o The heart of Saturday night, pero sin duda el nombre que nos vendrá con mayor intensidad a la cabeza es el de Norah Jones. Y aquí viene la gran revelación: Katarina carece por ahora de Grammys, discografía extensa, bendición mundial y pedigrí, pero no tiene nada que envidiar a la inmensa diva de Manhattan. El ronroneo de metales para Woman es de tersura aterciopelada y la voz se vuelve ronroneo en It only takes a song.

 

El metrónomo no llegará a espabilarse hasta Excuses, momento en que la batería orilla también las escobillas y recuerda la posibilidad de empuñar unas baquetas. Suena a soul sureño, entre el órgano, los pellizcos de guitarra eléctrica y las notas de piano sucediéndose una detrás de otra como gotas de lluvia. Y es una delicia mayúscula, igual que el siguiente corte, Witness, que a Lowell George no le habría importado escribir y estrenar en alguna de esas noches frenéticas de sus Little Feat por los tugurios de la Costa Oeste.

 

Así se las gasta esta virtualmente ignota Katarina Pejak, una mujer que ha de ser descubierta de manera urgente y que, para más señas, escribe ella misma todo su repertorio. Salvo un par de versiones muy bien traídas: Honey jar, de los no muy divulgados The Wood Brothers (otro nuevo guiño a la causa sureña), y una lectura de Money (Pink Floyd) con marcado sabor jazzístico, contrabajo prominente y ulular de teclados Hammond y Korg. Hace honor el álbum a su título, a juzgar por la abundancia de perlas: si Norah hubiese escrito y grabado una golosina como Sunglasses, se salía del mapa.

 

One Reply to “Katarina Pejak: “Pearls on a string” (2024)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *