Resultaba demasiado tentadora la idea de una gran caja que reuniese la discografía íntegra en solitario de la divinísima Stevie Nicks, y más aún si se hacía coincidir con el año en el que la autora de Dreams ha soplado las 75 velas en la tarta de cumpleaños. Complete studio albums… procede, en efecto, a empaquetar en el mismo envase la irregular pero apasionante obra al margen de Fleetwood Mac de una de las mujeres más relevantes e influyentes del siglo XX, pero lo que hace necesaria esta colección, y seguramente imprescindible, es la inclusión de un doble CD adicional de rarezas y temas difíciles de conseguir (Rarities) con 23 piezas que en su mayoría, con toda probabilidad, nos faltarían en nuestras estanterías. Y que no son un mero capricho para completistas o fanáticos irreductibles: la nota media de esas casi dos docenas de cortes poco divulgados es muy, muy elevada.

 

Todos sabemos que la obra emancipada de Stephanie Lynn Nicks ha conocido importantes altibajos. Echó a andar con una tripleta fabulosa, la integrada por el sensacional Bella donna (1981), el excelente The wild heart (1983) y el todavía muy recomendable Rock a little (1985), pero flaquea a partir del mucho menos reivindicable The other side of the mirror (1988), que coincide con el periodo más oscuro de la diva, inmersa aquellos años en un proceso muy tenebroso de depresión agravado por una medicación errónea (en Tango in the night, de 1987, la última entrega de los Fleetwood Mac más laureados, se quedó al borde de la incomparecencia). Y a partir de ahí las entregas se vuelven espaciadas y menos relevantes, aunque la inesperada alianza con el productor Dave Stewart, la mitad antaño de Eurythmics, propició el cálido resurgimiento de In your dreams (2011) y 24 karat gold (2014).

 

Como suele suceder en estos casos, puede que una parte importante de estos ocho elepés ya figurasen en nuestras estanterías, y ni siquiera hay el señuelo de alguna versión alternativa para enriquecerlos. Es más, Complete studio… se decanta por el formato de esos discos en escueta carátula de cartón, por lo que letras y créditos son literalmente ilegibles sin una lupa, y no incluye libreto ni un triste ensayo o artículo introductorio. Nada. Pero, ay, en esas nos tropezamos con el doble álbum final, ese Rarities que escarba en canciones sueltas, despistadas o perdidas, y el menú resultante es demasiado sabroso como para no querer llevárnoslo a la boca.

 

Las aportaciones puntuales a distintas bandas sonoras constituyen la principal fuente para nutrir este doble disco. Algunas son muy ilustres, como en el caso de Violet and blue, inolvidable en aquella película, Against all odds (1984), icónica por su música pero en ningún caso por los méritos cinematográficos. Las aportaciones a los largometrajes Heavy metal (Blue lamp, de 1981, una canción proveniente de las sesiones de Bella donna) y Fast times at Ridgemont High (Sleeping angel, de 1982) son soberbias, en particular esta segunda. Pero hay otras golosinas mucho menos difundidas, como una versión íntima y preciosa de la vieja Crystal (ya presente en Buckingham Nicks, de 1974, y recuperada para la irrupción de la pareja en la banda, aquel Fleetwood Mac histórico de 1975) para el filme Practical magic, de 1998. Y varias versiones exquisitas. Free fallin’, el clasicazo de su amigo Tom Petty, se vuelve tan convincente como si fuese un original de Nicks en la banda sonora de Party of five (1996), y todavía más emocionante es la escala de 1998 en la obra de Warren Zevon, entonces aún ajeno a la enfermedad, con Reconsider me.

 

Asoman también por Rarities algún título que pertenece a la discografía oficial pero solo se incluyó en ediciones especiales japonesas o para la cadena Barnes & Noble, en el caso de ese delicioso My heart que en 2011 no encontrarías en tu ejemplar de In your dreams. Y luego tenía que acabar apareciendo, claro está, alguna que otra cara B. Stevie nunca sacó demasiado provecho a este reducto para las curiosidades y las travesuras fuera de guion, pero alguna perla fue diseminando aquí o allá. Y en ese sentido debemos hacer escala prolongada en Garbo, la otra mitad en el single para el celebérrimo Stand back, de 1983. Esa suerte de vals arrastrado, noctámbulo y con aroma a derrota debería figurar, sencillamente, entre las composiciones de cabecera de su firmante.

 

Rarities abarca un periodo de tres décadas y, claro está, ofrece grabaciones de muy diverso pelaje, ambientación, estilo y espíritu, pero hay mucho de esa Nicks a ratos jipi, en ocasiones folkie y casi siempre un poco mística que supo enamorarnos desde el primer día que la conocimos. Y si para la ocasión añade a los rescates una grabación actual (2022) de For what it’s worth, la canción bandera de Stephen Stills en tiempos de Buffalo Springfield, solo podemos claudicar y rendirnos a la evidencia: esta mujer figura entre lo mejor que le ha sucedido al pop a lo largo del último medio siglo.

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