Mucho, muchísimo tiempo antes de que en los medios de comunicación nos diera por escribir la palabra “empoderamiento” con persistencia creciente, Stephanie Lynn Nicks ya era una jefaza indiscutible. Su incorporación y la de Lindsey Buckingham a Fleetwood Mac, en 1975, convirtió una encantadora banda en declive en una de las máquinas más perfectas y poderosas que la música pop ha conocido en toda su historia. Pero alimentar el repertorio de una formación con otro dos autores estratosféricos (el propio Buckingham y Christine McVie) obligaba a dejar muchos diamantes en el cajón, cuando no a relegar una obra de arte como Silver springs a una mera cara B en los tiempos de Rumours, circunstancia que nuestra diva rubicunda vivió durante décadas como una afrenta. Por eso en 1981 se destapó en solitario con el descomunal Bella donna, el mejor título individual de cualquier Mac en todos los tiempos. Y por eso esta generosa antología triple (50 canciones, tres horas y media largas) se convierte en una panorámica muy sabrosa, porque además sabe equilibrar la inclusión de éxitos ineludibles para los neófitos con rarezas de las que solo los muy bien documentados tendrían noticia. Los grandes temas de estos 36 años de trayectoria solista protagonizan el primer CD, con presencia razonable incluso de los discos a partir de los noventa, ya no tan memorables ni divulgados. Las colaboraciones, en obras propias o ajenas, definen el segundo capítulo, y ahí afloran joyas casi inencontrables: todos conocemos sus temas junto a Tom Petty, Don Henley o Bruce Hornsby, pero no tanto los regalos a amigos del soft-pop de los setenta (Walter Egan, John Stewart) que hoy batallan contra el olvido. Por fin, el tercer CD se destina a grabaciones en vivo de toda fecha, procedencia y pelaje, lo que permite refrendar que algunas de sus piezas para Fleetwood Mac (Gold dust woman, Rhiannon) son enormes incluso sin sus distinguidos acompañantes habituales. El caso es que este triple festín coincide con la designación de Nicks para el Hall of Fame, lo que la convierte en la primera mujer que hace doblete en este altar de famosos, donde ya ocupaba plaza a través de los Mac. Y como quiera que Stand back la reciente y muy similar panorámica de su ex Buckingham (Solo anthology, 2018), también triple y con éxitos, rarezas y tomas en directo, imaginamos a la gran Stephanie contemplando sus logros con merecido regocijo. Y no, no es para menos.

 

“After the glitter fades” (1981)

 

 

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