Toda la grandeza y la maldición de los one hit wonders se quintaesencian en el caso de The Knack. Autores de un zambombazo delicioso e inabarcable, ese My Sharona que las generaciones sucesivas han seguido coreando sin visos de agotarse, tuvieron que lidiar con el incómodo fenómeno del deslumbramiento: no pocas de las 11 canciones que acompañaban al gran éxito en este disco de debut podían brillar a su altura, pero los laureles de la posteridad se le negaron a todas.

 

Get The Knack era, sigue siendo, un disco adorable, por más que el carácter supuestamente altivo y distante de sus artífices se tradujera en una mal disimulada animadversión por parte de los medios especializados. Buena gana de entremezclar arte y personalidad, cuando todos sabemos que a veces es mejor no llegar a conocer ni coincidir con aquellos a los que admiramos. Y estos cuatro californianos eran una descarga instantánea de electricidad, de vértigo feliz. Guitarra, bajo, batería, sonido seco y contundente, velocidad en el desarrollo y la concreción. Puro power pop proteínico: hay que estar muy seguro de tus propias fuerzas para abrir con un aldabonazo tan cortante y expeditivo como Let me out y enlazarlo sin una décima de segundo de separación con el adorable Your number of your name, tan brillante como el mejor Alex Chilton en tiempos de Big Star.

 

Acelerados y desenfadados. Desinhibidos y burlones. Un pelín chuletas, llegado el caso. El eslabón perdido entre The Who/The Kinks, tres lustros antes, y Franz Ferdinand, un cuarto de siglo después. De la mencionada Let me outTake me out, por resumir. Aunque con derivaciones lennonianas en el caso de la deliciosa Maybe tonight, una de las escasas ocasiones en que Doug Fielder, cantante y compositor principal, levantaba el pie del acelerador.

 

Los Knacks les cantaban a las chicas, se desmelenaban con descaro, miraban a la herencia de los dorados años sesenta en los coros de That’s what the little girls doHeartbeat. Eran adictivos, pero su ascenso resultó tan fulminante como efímero. Frustrated fue el premonitorio título del último corte. Su siguiente elepé (…But the little girls understand) lo entregaron menos de un año después y el tema de apertura, Baby talks dirty, aspiraba a reeditar el fulgor de My Sharona casi compás por compás. ¿Alguien lo recuerda?

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