Pocos serán los que lo recuerden y a muchos les costará incluso creerlo, pero en tiempos Atlanta Rhythm Section llegó a ser una formación tan popular como para terminar realizando una visita a la Casa Blanca por petición expresa de su entonces morador, Jimmy Carter. Y este Champagne Jam refrendó todo aquel esplendor y gloria con sus contenidos escuetos, directos y certeros: eran solo ocho canciones, pero abordaban muy distintos palos, cubrían todos los frentes y reunían la inspiración e inmediatez suficientes como para que algunos acabásemos desgastando, literalmente, aquella vieja casete de lomo rojísimo, como toda buena edición del sello Polydor.

 

Al sexteto se le vinculaba sistemáticamente entonces con Lynyrd Skynyrd y los Allman Brothers, y aún hoy conservamos incólume esa asociación de ideas, pero lo cierto es que los de Doraville  –la pequeña localidad de Georgia inmortalizada en una de sus canciones más pegadizas–  siempre supieron abordar el southern rock con un espíritu más ecléctico, abierto a un público no tan especializado y con un ojo siempre puesto en las emisoras de la FM. El invento, con todo, tardó en cuajar: solo So in to you, del disco anterior a este (A rock n roll alternative, 1976), llegó a hacer algo de fortuna en las listas. Pero esta Mermelada de champán constituía, ya sí, una golosina demasiado sabrosa como para dejarla pasar por alto.

 

Imaginary lover era una balada estratosférica para los estándares del soft pop, pero tanto Large time como The ballad of Mois Malone y el tema central afilaban las guitarras y ondeaban las melenas como solo Boston habían sabido hacer en su fulgurante debut de 1976, que, en consecuencia, todo hijo de vecino aún tenía grabado a fuego en la memoria. E incluso había sitio para I’m not gonna let it bother me tonight, en cuyas gratas armonías vocales aún pervivía algo del espíritu de los Beatles. El furor resultó pasajero, entre otras cosas porque el álbum ulterior, Underdog, no logró convencer a casi nadie. Pero aquellos machotes en vaqueros con un simpático pescado bebedor en portada consiguieron en ese momento divertirnos mucho.

 

Por cierto, las ocho publicaciones que ARS registraron entre 1974 y 1980, siete entregas en estudio y el directo Are you ready?, fueron agrupadas y recopiladas no hace tanto (2019) en la caja The Polydor Years, que las reúne a muy buen precio y en ediciones sencillas, pero con un libreto bien documentado. Y es una suerte enorme, porque estos álbumes eran a día de hoy casi imposibles de encontrar en ediciones previas y, por su propia rareza, de hallazgo muy improbable incluso en las tiendas de segunda mano.

 

Nos seguirán faltando cosas en la colección, porque antes de Polydor hubo dos discos muy desconocidos en Decca y, a la finalización del contrato, la banda grabó todavía alguna cosa reseñable (Quinella, 1981). Pero, además de Champagne jam, el mencionado A rock n roll alternative es imprescindible. Y los dos trabajos iniciales del lote, Third anual pipe dream y Dog days, sendas delicias. En particular el primero, demostración de que ARS no se circunscribió al sota/caballo/rey del rock sureño ni siquiera en sus albores. Un festín para estudiosos y completistas, en suma. Qué bendición.

 

 

 

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