El nombre puede sonar algo largo y enrevesado, porque se forma a partir de los apellidos de los tres artífices de la banda, pero urge memorizarlo y aplicárselo durante la elaboración de nuestras mejores listas de escucha de este 2023. Robin Bennett, Tony Poole y Danny Wilson confluyen como firmantes paritarios de uno de los discos más prístinos y adorables que han desembarcado esta temporada en las estanterías, un álbum tan de vieja escuela que podría haber nacido medio siglo atrás y seguirá resultando igual de disfrutable, aunque ya no andemos por aquí para atestiguarlo, medio siglo después de escritas estas líneas. Ventajas de la escritura atemporal, con independencia de lo que dicten algoritmos, hallazgos artificiales no tan inteligentes y demás circunstancias perecederas.

 

A Wilson le ponemos cara como líder de Danny & The Champions of The World, una gratísima banda con cierto predicamento en el circuito ibérico de locales de americana, mientras que Bennett despuntó en Goldrush o The Dreaming Spires. Los dos ejercen de compositores principales, con Poole (responsable de otro grupo inmerecidamente poco difundido, Starry Eyed and Laughing) haciendo las veces de productor y bisectriz. Pero lo más curioso de todo este triángulo encantador es que nos traslada hasta Oxfordshire, epicentro british como pocos en las islas, cuando todas sus referencias nos trasladan sin dudarlo hasta el continente americano, más aún a su Costa Oeste. Sobre todo cuando el álbum se abre con la apoteósica I saw love, lo más parecido a los Byrds que escucharemos en todo el año… hasta que el parentesco se agudiza todavía más, cinco cortes más tarde, en Ready to serve, cuyo arpegiado es a ratos casi mellizo al de I feel a whole lot better.

 

Las enseñanzas de Roger McGuinn y demás luminarias de la Rickenbacker de 12 cuerdas son un ingrediente consustancial a BWP, aunque es inevitable hacer escala también en otro trío de voces prístinas y complementarias. Con Waiting for the wave to break podemos pensar más en el caso específico de Graham Nash, pero Help me see my way es ya nos sitúa ante una puesta al día en toda su magnitud de Crosby, Stills & Nash, solo que desprovistos de egos exaltados y malas vibraciones cruzadas.

 

Si a la fórmula maestra sumamos a Tom Petty, reverenciado de manera muy evidente en I wanna love you (but I can’t right now), queda claro que nada puede torcerse durante un álbum canónico hasta en su distribución: cinco canciones por la cara A, otras cinco por la B y 40 minutos casi exactos en el cronómetro. Disfrútese sin mesura. Es solo el segundo elepé de una formación que nació casi de una manera accidental, pero a la que ahora tendremos que demandar, con cierta periodicidad, nuevas ambrosías.

One Reply to “Bennett Wilson Poole: “I saw a star behind your eyes, don’t let it die away” (2023)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *