Sus buenos nueve meses después de que este trabajo viera la luz a través de las plataformas digitales, el dúo compostelano Blanco Palamera concede al fin corporeidad física a Promesas, uno de los debuts más manifiestamente ilusionantes que ha conocido el panorama nacional a lo largo de nuestro ya moribundo 2019. No deja de ser curioso que el cantante y guitarrista Manuel Blanco y el batería Xoan Domínguez hayan sido tan reticentes al viejo cedé; estos dos compostelanos domiciliados en Madrid andan por los veintipocos y seguramente piensen en los formatos físicos como antiguallas, pero acontece aquí que la edición exhibe un diseño fabuloso y que la obra de estos dos chavales mira mucho más hacia el pasado de lo que su pertenencia a la generación Z podría hacernos sospechar. De hecho, es curioso que dos artífices tan insultantemente jóvenes manejen con tanta soltura los códigos del r’n’b, incluso de algún ramalazo jazzístico. Los Palamera (no los confundamos con Colectivo Panamera, aunque los lapsus están asegurados) pueden sentir cercanos a personajes internacionales como James Blake o The XX, incluso a los paisajes del trip-hop o el downtempo. En cualquier caso, Promesas es una obra propicia para las ensoñaciones, las confesiones y la sutileza de las luces a intensidad intermedia. Entronca muy directamente con otros dos proyectos gallegos muy jóvenes, recientes e ilusionantes, los de Baiuca (compañero de sello discográfico, Raso Estudio) y el sensual Sen Senra. Y maneja con habilidad la sugerencia noctámbula (Sola con mi voz), incluso la aportación sensual del saxo (Este mar). Promesas produce, en definitiva, curiosidad y emoción: dos de las mejores virtudes para una primerísima entrega. Dadas las circunstancias, cualquier posibilidad parece factible en el caso de Xoan y Manuel.

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