Muchos pensaron (pensamos) que Marillion estaban abocados a la extinción después de que Fish, su vocalista titular, pegara el portazo al poco de finalizar “Clutching at straws”, allá por 1987. Desde entonces, y ya con Steve Hogarth al frente de la nave, se han sucedido una docena de álbumes de estudio y el quinteto no ha dejado de consolidarse como una formación reverenciada por un público no masivo, pero sí muy militante. Lo simpático es que la sucesión Fish/Hogarth recuerda a la que Peter Gabriel y Phil Collins protagonizaron al mando de Genesis, justo la banda que siempre pareció el espejo en el que Marillion ha anhelado mirarse. Y las dos formaciones comparten también esa afición a veces un tanto desaforada por los álbumes en directo, aunque estaba fabulosa escala del grupo en el Royal Albert Hall, el 13 de octubre de 2017, merecía a todas luces quedar documentada con los debidos honores. El trabajo resulta espectacular, por contenidos y más aún rotundidad sonora, sobre todo en lo relativo al segundo disco. El primero supone la reconstrucción íntegra de “FEAR (F*** everyone and run)”, su alabadísimo y extenso último álbum en estudio (2016), pero el interés es matizable: la obra incluye alguna suite muy lograda, en particular “El Dorado” y “The new kings”, pero las diferencias con la versión original son entre sutiles e insignificantes. Lo más excitante llega después, cuando Marillion se explaya con grandes favoritas de su repertorio y aporta el color añadido de In Praise Of Folly, un cuarteto de cuerda con flauta. “Afraid of sunlight” suena a clásico imperecedero, igual que los 11 minutos largos de “Neverland” o los 11 de “The great escape”. Algunos nunca se tomaron muy en serio a Marillion. Hoy, si se sinceran, estarán arrepentidos.

 

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