Existen diversas maneras de aproximarse a un disco de versiones, por más que estos trabajos carguen con el sambenito de “obras menores” y suelan atribuirse a momentos de malas relaciones con las musas, periodos de transición o pasatiempos más o menos diletantes. Y lo cierto es que Evan Dando transita por el siglo XXI con los biorritmos muy sosegados y una marcada querencia por el perfil bajo: publicó un maravilloso trabajo en solitario en 2003 (“Baby, I’m bored”), sacó del letargo a sus Cabezas de Limón tres años más tarde para un homónimo trabajo de resurrección y, desde entonces, solo ha concedido un par de entregas para interpretar piezas ajenas. “Varshons 2”, publicado una década después de su antecesor e inmerso en códigos estéticos semejantes a aquel, deja una doble sensación de la que resulta difícil sustraerse. Por un lado sabe a poco, ahonda en la sensación de que su firmante se da por amortizado en la faceta creativa y es feliz ejerciendo solo como vocalista crepuscular. Por otro, es maravilloso: se nos filtra garganta abajo con el poso sabio y añejo de un escocés de malta, invita a apurar el trago y servir otra copa. Dando no llega a resultar sombrío, pero sí magistral. Y, salvo por “Take it easy” (The Eagles), el único título célebre, da rienda suelta a una muy ecléctica nómina de debilidades personales, desde Yo La Tengo (fabulosa “Can’t forget”) a Lucinda Williams, John Prine o The Jayhawks, pero también Nick Cave, The Bevis Frond, Paul Westerberg y hasta NRBQ, cuyo “Magnet” es uno de los caramelos más suculentos. Pocos días después de que Weezer lanzaran un álbum de versiones con alma de karaoke (“Teal album”), llega un disco de versiones que parece, tal cual, de autoría

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