Sería un poco ridículo seguir asociando a Vega con determinado programa (o engendro) televisivo. Todos tenemos un pasado y las flores hermosas también nacen de entre los pedruscos del desierto, pero, entrados en acotaciones biográficas, deberíamos referirnos a ella como la mujer que logró manufacturar el año pasado un dúo con el mismísimo Elvis Costello. Aquello fue con motivo de su disco de homenaje a la gran canción melódica italiana, un entretenimiento ocasional, pero ciertamente divertido, que propició el retraso en este otro proyecto mucho más referencial y propio. “La reina pez” es, claro, un autorretrato: el de la mujer que lleva ya sus buenos 15 años chapoteando en aguas procelosas (las de la música) y ha aprendido que el único estilo homologado de natación es en estos casos a contracorriente. En ese sentido, el tema homónimo se reserva para el final y constituye el gran hallazgo del disco, una especie de himno que no renuncia a la solemnidad, el orgullo, la toma de postura. Por lo demás, nos encontramos ante la obra madura de un grato referente del pop de autor, con evocaciones ecologistas, mucho aroma a tierra gallega (“Santa Cristina”, las participaciones del gaitero Budiño), anotaciones culturetas (“Haneke”), un estupendo dúo campestre con su hermana Azahara (“When Mary comes”) y, sobre todo, una intensa “amaralización” del sonido. Lo que no es mal referente, desde luego. ¿Algún dúo venidero con Eva y Vega? Suena incluso eufónico, así que… no lo descartemos.

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