El bueno de Frederick James Mullis, Jr. acertó a alumbrar su álbum de debut, el ya muy prometedor Singing for my supper, en pleno ¡marzo de 2020!, así que su escasa fortuna con el calendario convierte esta segunda entrega en casi un debut en diferido, además de en la primera gran ocasión de encontrárselo defendiendo sobre un escenario un repertorio que sigue manteniendo su fascinación por lo antiguo y la vieja escuela, pero ha expandido ahora sus fronteras. Porque Early James aún no ha alcanzado ni la treintena en el DNI, pero habría causado estragos en la radio cinco o seis décadas atrás y hubiera servido como un compañero magnífico de cartel a Lee Hazlewood, Tim Buckley o, aún mejor, Tom Waits.

 

Es el nombre de Waits, sin duda, el que primero nos viene a la memoria en varios momentos capitales del álbum: con menos carga de nicotina (My sweet Camelia) y parecido gusto por los pianos noctámbulos y narcotizados, como en el caso de Pigsty. A eso hemos de sumarle las enseñanzas del blues-rock con remite sureño en Harder to blame, uno de los momentos más ásperos y excitantes a lo largo de esta docena de composiciones; y, por supuesto, el adorable mano a mano con Sierra Ferrell en ese Real low down lonesome, un dúo en el que todo encaja como si Leiber y Stoller se lo hubieran deslizado a Elvis en años de bonanza.

 

Son tiempos extraños para estar vivos, en efecto, pero James repite como en su debut con el padrinazgo de Dan Auerbach, productor y disquero a través de su Easy Eye Sound. Nos está malacostumbrando el jefe de los Black Keys, que lleva ya unos cuantos años en los que parece hilar más fino como máximo directivo de su fábrica sonora que en los trabajos propios que rubrica junto a Patrick Carney. El suyo es un sonido antiguo, analógico, de combustión muy lenta y aromas a madera por cada rincón; puro caviar, un alimento que menciona en ese Splenda daddy referencial para comprender la textura del álbum: ritmos medios o cadenciosos, voz de profunda y granulada sensibilidad, evocaciones teñidas de nostalgia. James puede ser más desnudo y descarnado, como en ese Dance in the fire que es puro blues acústico y sin músicos acompañantes. Pero es solo un guiño a los puretas.

 

Strange time… transcurre cadencioso y aromático, para brindis con champán (Wanted and wanting) o un buen reserva. Hagan la prueba a descorchar un caldo rico: el maridaje se antoja espectacular.

2 Replies to “Early James: “Strange time to be alive” (2022)”

  1. Muchas gracias por este descubrimiento. Para los fans de Tom Waits, Early James me supone una bocanada de aire fresco dentro de ese estilo tan intimista y blusero. Cómo se nota la producción de Dan Auerbach (The Black Keys). Estoy encantado de la vida. Bajo a comprarme este disco y el anterior, “Singing for My Supper”.
    Salu2

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