Son revoltosos, sagaces y amigos de la mordacidad, el ácido y el vitriolo. Miran el mundo que les rodea y, puestos a que no les convenza casi nada, devuelven la bofetada en forma de rock medio punk y completamente descarado. Y, sobre todo, exhiben la frescura, el desparpajo y la absoluta falta de filtros y prejuicios que señalan sus veintipocas primaveras en el DNI. Hacían falta, así que urge celebrarlos y darles la bienvenida. Más que nada, porque este primer elepé refrenda las expectativas de los dos epés iniciales (Empezamos con esto y Acabamos con todo, en 2020 y 2021) a golpe de mala baba, sarcasmo, abundantes partes recitadas, bromas privadas o públicas y, sobre todo, mucha lucidez.

 

Juanito Hit, el muchacho al frente del cuarteto y el responsable de esas letras pintorescas –punzantes en ocasiones e hilarantes casi siempre–, exhibe hechuras de nuevo ídolo del underground. Sus escenas transcurren en el Eixample de Barcelona, pero sirven para cualquier espacio geográfico y alientan siempre el escaso respeto por todo, comenzando por sí mismos: la autoparodia de “¿Acaso te crees que llegaré al estrellato siendo yo tan solo un niñato?” (Boviscopofobia) es impagable. Pero sus coetáneos no salen mucho mejor parados, que conste: “No paro de pensar que siento que todo suena igual. Cien mil grupos emergentes sin buenos referentes”, dispara en la pieza inaugural, Prohibido el paso a toda persona ajena a la obra, con la que prefiere ejercer de deslenguado que de zalamero. Así no se ganará amigos, pero sí admiradores.

 

Hablan los Shanghai de su devoción por los Television de Tom Verlaine (¡claro!), pero no hay que irse tan lejos, en el espacio ni el tiempo, como para considerarlos la contraprogramación a la catalana de los medio madrileños Camellos, con los que comparten ese ojo certero para la burla. Ahí están la inadaptación algo desdeñosa (Gente repelente) o la desazón generacional (“Me estás pisando la cabeza, no saldremos ilesos de la celda”, en Tabaco), pero también, ¡oh!, la pudorosa claudicación sentimental (Flores a Mercedes) o los mitos inalcanzables, en el caso de Patti Smith. Tienen mucho que contar, sin necesidad de llenar los huecos de ramplonerías. Y les honra.

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