El sello Rama Lama nos tiene acostumbrados a desempolvar tesoros valiosísimos, desconocidos, insólitos y a veces hasta inconcebibles para comprender y completar la historia del pop español, pero no incluía la edición de novedades entre sus objetivos. La excepción en la factoría del ilustre José Ramón Pardo la propicia este estreno en solitario de un artista nada novel, pero sí mucho menos conocido de lo que merecería. Todo ello merecería cambiar a partir de este preciso instante.

Popi González es hijo de Pancho, cantante y batería de los indispensables Los Ángeles. Ejerce, en consecuencia, como heredero directo –por vía sanguínea y espiritual– de aquel grupo avanzadísimo para su generación e inspirador de algunas de las mejores páginas contemporáneas que sigue dándonos la capital granadina, comenzando por Niños Mutantes. Pero no habíamos tenido tiempo aún de corroborar su compromiso con el pop límpido, luminoso y atemporal, tan encantador e incorruptible como el de sus predecesores. Sentado en el filo del mundo supone, en ese sentido, un acontecimiento nada menor y un motivo de notorio alborozo.

51 primaveras contemplan a González, un muchacho marcado por aquel accidente de tráfico en el que perdieron la vida, en 1976, su padre y el cantante, compositor y guitarrista José Luis Avellaneda. Aquella tragedia nos privó para siempre de una banda esencial, pero es ahora Alfonso González hijo quien enarbola aquel mismo espíritu y hace aún más explícita la ligazón complementando sus nueve originales con tres versiones de otros clásicos de la formación paterna. Es fácil reconocer Ven a Granada, Amanecer y, sobre todo, Mónica, clásico imperecedero en aquel cancionero angelical. Pero quienes no estén familiarizados con la música de Los Ángeles pasarán muy serios aprietos para distinguir los estrenos de las versiones de unos temas con medio siglo de solera. Y esa es la mejor prueba de que tanto antes González Rodríguez, Pancho, como ahora su hijo, González Martín, aplican parámetros de escritura muy alejados de tiempos, modas y circunstancias.

Dice el también granadino Fernando Díaz de la Guardia, que compartió con González la banda de rock Christiania durante la década de los noventa, que Popi es “un Neil Finn andaluz”. El piropo es mayúsculo, pero no disparatado. Si acaso, y puestos a proponer similitudes, la escritura de Sentado en el filo… más parece una versión ibérica de lo que Teenage Fanclub vienen predicando durante lustros desde Escocia. Y eso implica no solo canciones inmaculadas, sino también irresistibles en su encanto instantáneo. Escuchar Mensajes y Como antes parece la mejor demostración, por la vía de los hechos, de lo que aquí mencionamos. Pero no perdamos de vista Sin explicación, impoluto tiempo medio con guitarras acústicas preciosas y armonías vocales enriqueciéndolo todo desde el segundo verso. O la nostálgica y lluviosa Diario, puro country-folk de quien ha escuchado mucha música nacida en el Laurel Canyon.

Popi se ha convertido durante los últimos tiempos en lugarteniente de Juan Ignacio Lapido, integrante de 091 y, en solitario, uno de los mejores cantautores eléctricos de este país. Un álbum como este debería alcanzar niveles parejos de popularidad a los de su aliado habitual, pero la vida no siempre es justa. Que se lo pregunten a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, que también nos vienen a la cabeza escuchando la versión de Ven a Granada. O a José María Guzmán en solitario, otro ilustrísimo señor de la canción en España al que la historia no parece dispuesta a hacer justicia.

A modo de complemento, Rama Lama ha hecho coincidir este estreno con un valiosísimo doble álbum de Los Ángeles, En concierto y otras grabaciones inéditas, que incluye su comparecencia cubana de 1970 en Varadero, varios pequeños conciertos radiofónicos, un puñado de maquetas y ensayos y, como curiosidad máxima, versiones inéditas en inglés de cuatro de sus mayores éxitos (entre ellos, Mañana, mañana). La calidad de sonido es aceptable. Y la perspectiva de hincarle el diente a una versión con acento granadino de Friday on my mind, el temazo de los Easybeats, sencillamente irresistible.