Ya nos sorprendió muchísimo Belén Bandera con Origins (2020), un debut ambicioso, valiente y conceptual que resultaba insólito y casi inimaginable para una autora veinteañera y novel. La de Premiá de Mar no alcanzará la treintena hasta este próximo 2024, pero su segunda entrega solista reincide en la idea de la obra temática (increíble: una artista milenial que aviva la llama de la fe en la unidad del medida del elepé, frente al consumo compulsivo, descuidado y efímero tan característico en la era del streaming) y se vuelve todavía más audaz en el proceso de gestación.

 

No, no es sencillo encontrar antecedentes para contextualizar el universo de Bamboo, una obra inspirada en la biología y los estudios del neurobiólogo vegetal Stefano Mancuso (!) que cobra forma a partir de un empeño abrumador y apasionante: la determinación de Belén de escribir al menos una canción al día durante un año completo. Con esas trescientas y pico páginas como ingente punto de partida, la cantante, compositora y pianista catalana acaba ordenando un universo de 17 piezas organizadas o agrupadas en media docena de movimientos o “paisajes sonoros”. Una especie de gigantesca suite de suites, en definitiva, para la que Bandera asume en persona no ya solo la composición sino también los arreglos para un ensamble de cuerdas, maderas, metales, percusión e instrumentos acústicos que supera la veintena de efectivos.

 

Lo avisamos: no será sencillo encontrarle a Bamboo algún otro trabajo remotamente parecido. Estamos ante una obra de jazz camerístico y preciosista, una filigrana elaborada que solo encuentra su flanco débil en los textos, muy por debajo de la calidad compositiva e instrumental del trabajo. Lo mejor que podemos decir al respecto es que las piezas cantadas son una minoría, porque las letras unas veces resultan bisoñas y otras afectadas, pero casi nunca encajan con naturalidad y tienden a generarle al oyente una sensación incómoda. Escúchense por ejemplo los cuatro pasajes de The landscape of fear, instrumentales los tres primeros y vocal para el colofón, y la desigualdad resultará evidente.

 

En contraposición, esa vocación contemporánea y minuciosa con la que se intercalan cuerdas e instrumentos de viento, la alternancia de pasajes más melódicos y otros propicios para la disonancia, el despliegue de energías y oficiantes. Bandera no ha buscado ningún atajo para encontrar una parcela propia y asentar en ella un edificio sonoro de insólita modernidad y singularidad. Y eso es lo que hace de Bamboo una propuesta tan atractiva.

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