Hubo quien adelantó, entre jocoso y ufano, que las exigencias de Big Thief de cara al oyente en 2022 no pasaban por la publicación de dos álbumes en un mismo año, sino de uno solo del que habría que aprenderse su título kilométrico. Era un pronóstico fallido, porque los de Brooklyn regresan con las alforjas de las canciones llenas hasta reventar. Este monumental Dragon new warm mountain I believe in you es un álbum doble que iguala en lo cuantitativo, de una sola tacada, la exigente apuesta que en 2019 representó aquel doblete fascinante de U.F.O.F., en primavera, y Two hands, ya en el último suspiro del año. Y toca abrirse bien de oídos y zambullirse en la experiencia sin remilgos, porque aquí hay muchísima música, casi siempre muy hermosa, que desentrañar.

 

Dragon… no es solo un trabajo extenso, sino disperso. Mercurial en su inspiración y en la multiplicidad de direcciones que afronta. Hay tanta música que descodificar que cada nueva escucha produce el efecto embriagador de un redescubrimiento, de la reorientación en nuestras predilecciones. La íntima, ínfima y crepitante pieza titular, por ejemplo, puede pasar desapercibida en una primera escucha para acabar resultando conmovedora en las siguientes. Incluso la propia ordenación del repertorio, decidida con criterios a veces inescrutables, incrementa las dimensiones del reto. De ahí el contraste entre el hermosísimo título inaugural, un Change grave, cadencioso y casi existencialista, no muy alejado de la densidad sonora de The Delines, y ese segundo corte experimental, etéreo e inaprensible que es Time escaping. Por no hablar del aire absorto, como de mantra reiterativo, que inspira poco después la meditabunda Sparrow.

 

Entre el estado de gracia y el talante inabarcable, el cuarteto de Brooklyn representa ahora mismo mejor que nadie la insaciabilidad de unos cerebros en ebullición. No descartemos nuevos movimientos, puesto que las 20 páginas aquí representadas suponen una proporción pequeña respecto a las 45 con las que, al parecer, se presentó Adrianne Lenker en las sesiones de grabación. Repartidas, además, en cuatro localizaciones, para agudizar la sensación de que DNWMIBIY es un colosal caleidoscopio de dream pop, folk crepuscular y algún experimento (Little things, no por casualidad el corte más extenso) alentado por la escuela de guitarristas friquis neoyorquinos.

 

Concedámosles su tiempo a Lenker y sus compinches, porque nunca habían llevado tan lejos su vocación poliédrica. Dragon… es una caja de sorpresas para la que Adrianne, lejos de la monotonía de una voz tenue, no para de extraer conejos de las chisteras. La banda puede echarse al monte en la muy campestre Red moon y entregarse poco después al folk pastoral de la lindísima No reason, flauta incluida. En los años de la liviandad y el consumo despreocupado de música, nada como este reto maravilloso con el que Big Thief nos ponen las pilas.

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