No debe de resultar sencillo mantener el pulso, la inspiración, el hilo argumental y la tensión creativa a la altura de un noveno álbum, más aún si una cosecha de esas dimensiones se ha ido forjando en apenas tres lustros. Alynda Segarra, una neoyorquina de sangre puertorriqueña y arraigo en Nueva Orleáns, supera el reto con un trabajo temperamental, vitalista y hermoso, incluso desde el dolor por la reciente pérdida de su padre y el escepticismo sobre el devenir de los tiempos que a cualquier ciudadano de a pie puede inspirarle la lectura de los principales titulares de prensa. The past is still alive es desafiante como la mirada que Segarra nos dedica desde la imagen de portada, pero también lo bastante tierno y esperanzador como para no pensar que en este mundo desnortado al menos aún nos queda el consuelo de escuchar discazos.

 

The past is still alive lo es, sin duda. En su trasfondo late el espíritu contestatario y casi punk con el que Segarra creció en el Bronx, pero macerado y enriquecido con los años a partir de los preceptos del americana y el peso simbólico del sombrero vaquero. Estas diez canciones tiran más hacia lo acústico que en dirección eléctrica, pero sin perder nunca la garra y el empaque; y oscilan entre el tono arrastrado y fiero de la maestra Lucinda Williams y el fervor melódico y evocador de la siempre necesaria Mary Chapin Carpenter. Nada puede ir mal en semejantes coordenadas, y así pasa lo que pasa: el álbum se convierte en una golosina inspirada y adictiva.

 

Venían HFTRR de uno de sus trabajos más intrépidos, aquel Life on Earth (2022) que cedía el protagonismo sonoro a los teclados, pero el productor, nada menos que Phil Cook (Megafaun), vira aquí hacia el polvo y la arena, tira el cable a la tierra para afianzar unas historias de resiliencia y amor por los trenes. El principio y el fin del álbum sirven para enmarcar su radio de acción, esa bisectriz entre la desazón punk y el empeño vaquero por seguir porfiando en el camino. “Tú no tienes que morir si no quieres morir”, nos espeta Alynda en la primera frase de Alibi, el soberbio tiempo medio de apertura. Y 35 minutos más tarde, rezonga para echar el telón en Ogallala: “Solía pensar que nací en la generación equivocada, pero ahora sé que lo hice justo a tiempo para ver, con lágrimas en los ojos, cómo el mundo arde”.

 

Es un mundo peligroso, además, como certifica a ritmo de vals The world is dangerous, preciosa en su empeño por redimirnos y seguir soñando siempre, aun en estos entornos hostiles. Catarsis es un término algo desgastado por su uso impúdico y desmedido, pero es justo lo que inspiran estos temazos de voz a la postre más cálida que áspera. Una victoria de los ejércitos de la melodía incluso cuando la vida solo parece ofrecernos un barullo de estímulos poco edificantes.

2 Replies to “Hurray for the Riff Raff: “The past is still alive” (2024)”

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