A Javier Ojeda le asociamos de inmediato con la voz cantante de los malagueños Danza Invisible y circunscribimos la parte más mollar de su actividad en sus frenéticos y provechosos años ochenta; al principio como una banda de culto, muy influida por el post punk y el rock oscuro británico de The Cure o Joy Division; luego como un émulo indisimulado de David Byrne, del que adquirió incluso el gusto por los movimientos espasmódicos encima de las tablas; y finalmente, a partir del exitosísimo A tu alcance (1988), como un propulsor indisimulado de los ritmos latinos, que consiguió llevar en no pocas ocasiones, y ahí quedan en el recuerdo Reina del Caribe y la ubicua Sabor de amor, a la estratosfera de las listas de éxitos. Pero el currículo del malagueño excede en mucho aquellos años y se prolonga hasta el momento presente sin casi interrupciones, y este atípico álbum en directo sirve casi como ejercicio de autoafirmación y tarjeta de visita para avalar una visión del oficio radicalmente ecléctica y vitalista.

 

Más de 2.000 noches sin dormir hace referencia al número de conciertos protagonizados por Ojeda desde los tiempos de aquel pipiolo aniñado que, sin rodaje ni avales de ningún tipo, se incorporó a Danza Invisible en el último suspiro, con la banda ya en la plataforma de despegue. Y es un trabajo muy inusual, por cuanto no testimonia una velada en concreto o los mejores momentos de una gira específica, sino que recorre episodios seleccionados de actuaciones dispares fechadas entre 2005 y 2022, con variados formatos, objetivos y compañías.

 

Por eso decimos que tiene más de catálogo y vindicación orgullosa que de álbum en vivo al uso, pues alterna revisiones de éxitos mayores y menores de Danza con un par de versiones junto a la Orquesta Sinfónica de Málaga; una fantástica adaptación al castellano de Ring my bell (Anita Ward), transformada en Llamaré a tu puerta en compañía de los flamígeros Funky Town AllStars; el acercamiento al jazz latino de la mano del trío del contrabajista malagueño Francis Posé y el pianista cubano Daniel Amat, y hasta un sabroso e ignoto ejemplo de sus operaciones en 2005 junto a El Tercer Mundo, efímera banda de transición entre Danza Invisible y su primer elepé oficial en solitario (Polo sur, 2006).

 

Para acentuar todavía más la sensación de feliz batiburrillo, Javier estrena contra toda lógica un corte en estudio, Por amor viviremos, una lectura españolizada en clave de soul de Love will keep us together, ambrosía medio olvidada de Neil Sedaka (1973) que algunos quizá recuerden mejor por la versión posterior de Captain & Tenille. Quizá no sea muy prudente un disco con un planteamiento tan libérrimo, pero Más de 2.000 noches… acaba convirtiéndose en metáfora del carácter disfrutón, curioso y desprejuiciado de su protagonista, un melómano de intereses inabarcables y eclecticismo insólito. Un amante de la música y de su oficio como encontraremos pocos por territorio peninsular, y en ese sentido merece mucho la pena que lo reivindiquemos nosotros como aquí se reivindica él mismo.

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