Le gusta jugar a la británica Marika Hackman al despiste, y así abre este tercer álbum con una canción desnudísima, Wanderlust, que remite a los tiempos en que parecía llamada a convertirse en una estrella del nu-folk y ejercía como aliada y telonera perfecta de la divina Laura Marling. Si unimos esa portada en paños menores, donde la intención parece apuntar más hacia la vulnerabilidad que al guiño voluptuoso, pensamos durante tres minutos que nos veremos abocados a un trabajo particularmente desnudo. Y no lo es, al menos en términos sonoros: Hackman ya se había sacado las guitarras acústicas de la cabeza en el trabajo antecesor, I’m not your man (2017), pero lo que acontece en los nueve temas posteriores a la apertura es una de las más felices eclosiones de pop electrónico que nos brinda la temporada.

 

En realidad, puede que Any human friend -título delicioso y reivindicativo sobre el valor de las diferencias- sea el refrendo de que Marika se siente, a sus apenas 26 años, con la confianza y argumentos suficientes para ejercer de líder generacional. Explicita su preferencia sexual por las mujeres con naturalidad e ingenio aplastantes, escribe sin perífrasis ni pelos en la lengua y es capaz de alborotar nuestro estéreo, nada más estalla The one, como si una Debbie Harry lésbica se estuviera apoderando de nuestro salón y poniendo al día Heart of glass.

 

Aquí no hay corazones frágiles, sino firmeza, orgullo y una capacidad de autocrítica que linda en ocasiones con la autodestrucción. Hand solo es una oda a la masturbación memorable por pegadiza y explícita, con alusiones a la “petite mort” y frases como “El calor profundo enciende las luces en mi agujero”. Marika puede llenar pistas y convertirse en reina de las fiestas (I’m not where you are); puede ahondar en la electrónica (Hold on) con medio pie en el reino de Massive Attack; y puede recrearse en el dolor y la flagelación por la pérdida de una novia en Send my love, donde su voz se vuelve etérea y desamparada. Pero lo que ya no puede, en ningún caso, es pasar inadvertida. Y la producción rutilante de David Wrench (Goldfrapp, The XX, FKA Twigs, Caribou) no hace sino refrendar esa sensación de que aquí está sucediendo algo verdaderamente importante.

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