Urge que pongamos cara a Moisés P. Sánchez y coloquemos su obra en lugar bien visible. El pianista del barrio madrileño de Ventas cumplió este mes de diciembre los emblemáticos e ineludibles 40 años consolidado como una de las figuras más clamorosas de nuestro jazz contemporáneo, aunque la adscripción estilística es necesariamente incompleta en su caso: a Sánchez le interesan bien poco las delimitaciones, sobre todo porque sus conocimientos resultan enciclopédicos. Este There’s always madness, sexto trabajo a su nombre (la lista adicional de colaboraciones, producciones, arreglos y encargos resultaría abrumadora), constituye un salto arriesgado y emocionantísimo, un ejercicio casi suicida para ese equilibrista sin red que sigue avanzando hacia el frente con el solo aval de su propia convicción. Porque el quinteto responsable de esta maravilla ha interiorizado las grandes enseñanzas del triunvirato de grandes pianistas del siglo XX (Brad Mehldau, Keith Jarrett, Bill Evans), pero tampoco deja de lado ese chispazo eléctrico del mejor Pat Metheny Group, simbolizado por los etéreos dibujos vocales de Cristina Mora. Y, por aquello de hacerlo todo más excitante, Moisés tampoco reprime sus instintos roqueros, siempre más cerca de la escuela progresiva que de la garajera; de esa manera, cada vez que Miron Rafajlovic, maestro del fliscornio y la trompeta, orilla sus metales para empuñar la guitarra eléctrica, es el mismísimo Steve Hackett (Genesis) el primer nombre que nos viene a la cabeza. Siempre hay locuraes una maravillosa declaración de amor por los locos en el sentido poético del término; por aquellos que no se atienen a razones ni, sobre todo, a pautas, normas ni academias. Dos piezas delicadas y sutiles, Light into darkness Darkness into light, abren y cierran la colección como en un círculo. Entre medias, los casi 11 minutos del tema titular son lo mejor que le ha sucedido al jazz de este país en todo 2019, aunque el arrebato roquero del final de Fear of solitude (pieza dedicada, no en vano, a Allan Holdsworth) tampoco es que le vaya a la zaga.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *