A Xabier Díaz (A Coruña, 1969) le tuvimos durante años como un cantante y bailarín todoterreno, un puntal del juego en equipo que no podía pasar desapercibido en la alineación de Nova Galega de Danza, pero mucho menos aún cuando se incorporó a los últimos Berrogüetto o integró ese póker de ilustres del folclor noroccidental que dio en llamarse aCadaCanto. Lo asombroso es caer en la cuenta de su refulgir ya incontestable como solista, del que Axúdame a sentir representa en poco más de una década su séptimo exponente, cuatro de ellos junto a sus cada vez más inseparables pandereteiras y cantareiras de Adufeiras de Salitre. Y no hay grandes novedades aquí respecto a los antecesores, salvo constatar una realidad infrecuente y decisiva: estas 11 grabaciones vuelven a ser adorables, gozosas y finísimas.

 

Díaz ha adquirido ya ese estado de sabiduría en el que no hay necesidad alguna de aspaviento. Al contrario, Axúdame… transmite conocimientos amplísimos y gozo sereno, el propio de un hombre asentado en su oficio y que ejercita la transmisión de repertorios tradicionales con la solvencia de quien se reconoce ducho en la materia y holgado de recursos vocales, literarios, estéticos y escénicos. Porque Xabier es un folclorista en el que acaba confluyendo todo: una voz de manantial que cada vez fuerza menos y a la que coloca en la parte aguda de la tesitura, para incrementar su potencial tierno y maleable; el compromiso hacia esas percusiones tradicionales endiabladas que él hace parecer sencillas, como ya les sucedía a sus mayores, y la habilidad para pulir y redondear hallazgos ancestrales y que parezcan escritos en nuestros días.

 

Claro que hoy nadie escribe como suenan las canciones de Xabier, pero qué esperanzador resulta tropezarnos con melodías fabulosas y tararearlas junto a este descubridor impenitente. Muiñeira irmandiña, Rumboia viva o el dúo femenino-masculino de Ramo de Borbolla (junto a la deliciosa vocalista asturiana Marta Elola) se postulan como clásicos instantáneos e irrenunciables en el ya extenso repertorio de Díaz. Y tanto en el primero como en Axúdame a sentir, el corte titular, despuntan tenues ramalazos de guitarra eléctrica que animan el cotarro, casi a la manera de pellizcos sutiles, por cortesía del argentino Manu Sija.

 

Huye el folclorista, gaitero, cantante y pandereteiro de la tentación del folk-rock o del mestizaje, puesto que su propuesta –puro petricor sonoro– sigue con la pisada firme sobre la tierra y se inspira en las viejitas, las aldeas y todo ese universo enxebre que no podemos permitirnos el lujo de privarle a nuestros tataranietos. Pero los chispazos de renovación tímbrica y la mayor generosidad en las instrumentaciones afianzan a Xabier como un creador viejo y nuevo a un tiempo. Dispuesto a seguir sintiendo, como le inculcaba su abuela, y asombrosamente hábil para que escuchar su obra sea incompatible con la indiferencia.

 

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