Nada, absolutamente nada permitía barruntar el regreso de Madee, una banda a la que teníamos como una hermosa aventura de juventud de su jefe de filas, Ramón Rodríguez, antes de que se transmutara en The New Raemon y emprendiera con A propósito de Garfunkel una próspera y adorable trayectoria en solitario. Pero los impulsos y prioridades de los artistas son tan inescrutables como para que el retorno inopinado del sexteto barcelonés no se haya sustentado en un álbum escueto, sino en toda una trilogía discográfica a la que este Conundum acaba ahora de dar forma tras los espléndidos antecedentes de Eternity mingled with the sea y, sobre todo, In the cold season, ambos sustanciados con muy pocos meses de diferencia en 2021.

 

Sería interesante indagar en los motivos por los que Rodríguez atraviesa una etapa tan prolífica como para resucitar a su banda primigenia, proseguir a gran ritmo con las andanzas de Raemon y hasta deslizar algún elepé en colaboración con terceros. El pellizco anímico y temporal de la negra pandemia debe de haber influido en alguna medida, sin duda, pero quizá también nos encontremos ante un momento pletórico de un creador que se siente hiperactivo e insaciable. En ese sentido, el excelente rock clásico en inglés de Madee no interfiere en nada con las otras facetas y hasta permitirá a los viejos amigos utilizar estas 11 nuevas canciones como excusa para el retorno a los escenarios, una circunstancia que no se producía desde 2014. Lo dicho: nada que hubiéramos podido prever, pero una noticia tan alentadora como para que apetezca hacer hueco en la agenda.

 

¿Y cuál es el estado de forma, en ese caso, de unos rockeros que, en el caso de Ramón, tienen a solo un par de años la onomástica del medio siglo? Honestamente, mejor que nunca. Las letras originales de Mark Swanson siguen sirviendo como espoleta creativa para una banda que suena creíble, vigorosa, holgada de musculatura y, sobre todo, enchufada en todas las acepciones. Rodríguez aparca aquí la apoplejía existencial o, como mínimo, la alternancia entre destellos y pesadumbres que habita en su obra solista para suministrar recetas tan vivaces y vitamínicas como Live in my words, donde repite la cantinela “Estoy vivo en mis palabras” con la fruición e insistencia de un Robert Smith a la catalana.

 

The Cure no es la única referencia al mejor rock de los ochenta, si reparamos en que Vying for clues podría haberse escapado de los mejores álbumes de The Psychedelic Furs o que Calling collect abraza una épica sonora propia de un pabellón invadido por el post-punk. Incluso trazas de U2 y hasta Placebo pueden rastrearse aquí y allá en este trabajo rotundo y solidísimo, y melódico tan a ultranza como rabiosamente eléctrico. Solo en el corte inaugural, Happy hour in the forest, podría detectarse el gusto de Ramón Rodríguez por autores más folkies, como Al Stewart. Pero salta al oído que el autor de The year of the cat nunca imprimiría semejante volumen a sus amplificadores.

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